La Calle de Córdoba XXI

lunes, 9 de mayo de 2016

Las narrativas de la democracia crowdfunding y el choque de sentimientos contra patrañas en el 26J. El rigor mortis del PSOE

Las elecciones del 26J llevan el karma del viejo examen de reválida que se hacía para pasar de un bloque de estudios primario a otro secundario. En este caso el que se examina es el llamado “régimen del 78” que a la edad de 38 años va a medir la consistencia de sus relatos bipolares de alternancia derecha izquierda frente a la consistencia de los relatos emergentes de polaridades verticales de abajo arriba.

En esta reválida no se va a medir la consistencia cualitativa de ideas congruentes, sino la consistencia cuantitativa de las parroquias concurrentes en las urnas.

A estas alturas de la película los emergentes atacan a los instalados por haber desarrollado políticas “anti–pueblo”, mientras que los instalados defienden, más o menos, el austericidio como férula imprescindible para curar, mediante reposo, la fractura social que causa la crisis.

Entre los instalados, el partido en el gobierno –es decir; el PP–, acusa al pueblo de haber vivido por encima de sus posibilidades animado e incentivado por la “loca” política de Zapatero, –personaje dibujado por el PP como un auténtico flautista maligno de Hameling–, y que llevó al pueblo español al abismo en el que se encuentra.

Con retórica de enjambre de supermanes voladores, aunque con las capas manchada de grandes lamparones de corrupción, los del partido del gobierno cuentan siempre el mismo relato de que para la recuperación del empleo en España, las empresas tienen que recibir más oxígeno monetario además de reducir el Estado y la seguridad social de los trabajadores, razón por la que no queda dinero para proyectos sociales, etc.

Por su parte, el partido alternativa del binomio “histórico” del régimen del 78 –es decir; el PSOE–, se asienta en el relato de un Robin Hood urbano que quiere salvar a su pueblo acusando al partido del gobierno de insensibilidad social y de un gobierno pro–ricos en clara deriva de apoyo sesgado hacia los rentistas y, además, carente de medidas adecuadas para la reactivación de la economía productiva.

Y así, en un claro del bosque, el Robin Hood del pragmatismo felipista puso sobre la mesa de operaciones al lobo del cuento de Caperucita, sacándole más de 200 piedras en una operación de vesícula a vida o muerte. Operación que fue retransmitida en directo por toda la prensa del país, sin mayor éxito en el Congreso de los leones.

Fue mucha piedra literaria empastillada de propuestas a diestro y a siniestro para un país que sólo lee los titulares y que revisa los empastes literarios al peso, sin entrar nunca en el detalle. Mucho menos los tertulianos que nunca leen porque sólo tienen desarrolladas las neuronas que conectan las orejas con la lengua sin mayor necesidad de intervención cerebral. 

Aunque resulta justo reconocer que la imagen del lobo naranja descargado de las piedras de Caperucita-Ibex 35, no solo fue entrañable, sino que despertó la admiración de los centuriones adictos al socialismo de salón y de las cómodas butacas del viejo entente del centro pragmático.

No obstante, desde fuera del salón se hacen oír los insistentes rugidos de los podemitas empoderados por un relato formulado como hoja de reclamaciones de los de abajo contra los graves defectos de una democracia fraudulenta y averiada; plagada de puertas giratorias, con grietas en las paredes y fallos profundos en sus pilares de sustento. 

Se trata de un relato que busca sumar tanto a los de la intemperie como a los rentistas deshuciados, y a los de las barriadas periféricas. Su objetivo es el de crear una nueva tribu de espectadores figurantes con ticket de actores secundarios, y comparsa, mediante un  crowdfunding de votos que les permita rodar una nueva película con peatones, ciclistas y usuarios de autobús y metro de todo el país. 

La nueva serie es el relato local de una nueva variante de Juego de Tronos consistente en el desahucio del 1% que se ha apropiado del Estado y todos sus edificios institucionales. Su guión escrito es una adaptación académica del asalto a la Bastilla con estética de las fiestas de Moros y Cristianos de Valencia conformando lo que podríamos llamar “La revolución de los doctorandos”.

El primer capítulo se rueda el 26J con el asalto al parlamento de los leones y las bolas. Un rodaje en el que van a intervenir por orden de aparición de derecha a izquierda aparecen tanto los veteranos sobrevivientes del 78 con uniformes de azul y rojo y caballería de costumbre, como el niño desnudo del belén con uniforme naranja y el ganado de compañía. Finalmente los asaltantes ninja–podemitas con coletas y uniforme morado harán todo tipo de juegos trapecistas del nuevo circo del sol politológico despertando los sentimientos del público transformado en actores de aluvión depositando papeletas.

Las elecciones del 26J se configuran ya en un enfrentamiento de sentimientos contra patraña; condicionadas por el miedo o la ilusión del votante. Ni la derecha del gobierno quiere el análisis racional de su política de desmantelamiento del Estado del Bienestar, ni la nueva fuerza emergente podemita cree en la racionalidad de una alternativa revolucionaria. 

Así pues tanto PP como podemos quieren un enfrentamiento entre un relato de moderación y solvencia austericida, por el lado azul, contra un relato de resentimiento y reclamación de daños, por la bancada morada.

En ese espacio la opción naranja concursa contra el equipo azul moderando el miedo que generan los azules en su propio campo, mientras que el PSOE sufre de rigor mortis por cuanto en esta película asume el papel del invitado de piedra fuera de guión. Es decir de florero fuera de foco.

La convocatoria del 26J está diseñándose como una confrontación entre un austericidio canónico, indiscutible desde la sensatez, y un sentimiento de revancha contra el poder establecido. No hay espacio de racionalidad, ni de consenso en el votante de izquierdas, ni en la juventud frustrada. Podemos ha logrado despertar la ilusión de ahora o nunca y el PSOE actual –sea Pedro Sánchez, o Susana Díaz, a cualquier varón–, no tienen ni fuerza, ni argumentos para defender con éxito la solución Keynesiana que ya se está abriendo paso entre la misma ortodoxia económica del imperio capitalista.

El PSOE está perdido y hundido en sus propios pecados y no ve la imperiosa necesidad de que España sufra un fuerte empuje de ilustración basado en el decidido impulso del pensamiento racional para que nos alejemos definitivamente del cúmulo de imposturas, lógicas difusas y pensamientos etéreos tan arraigado en la cultura contemporánea española. Un lastre que terminará apartándonos definitivamente de la corriente ilustrada de occidente si se abre camino en la acosada cultura española el relato podemita del nacionalismo identitario y su lógica de subordinación de identidades que los amanuenses politólogos del nuevo populismo han enunciado ya.

Un hundimiento nefasto que desgraciadamente se va a producir como daño colateral en la legítima lucha contra la hegemónica derecha mononeuronal de genoma franquista.

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