La Calle de Córdoba XXI

jueves, 19 de mayo de 2016

Las lágrimas de Iglesias y el neorelato del triunfo de los sin pecado sobre el geriátrico de los de la bartola


Dicen los de la nueva izquierda comunitaria que la política no es otra cosa que la construcción colectiva de un relato que agrupe dolores, proponga un nuevo horizonte y condense reclamaciones. Aunque lo importante del nuevo relato no son los discursos, sino las emociones.

La política es, por tanto, un sentir, y no le falta razón a los politólogos de la Complutense cuando observamos las profundas emociones que todavía despiertan las viejas cadenas libidinosas –libido lucrandi y libido dominandi–, augustinianas del cromosoma austericida de la derecha hispánica de la envidia igualitaria

Muchos han sido los neorelatos que han descrito la conmovedora imagen icónica del abrazo Anguita–Iglesias gestada y producida por la factoría de emociones de la nueva izquierda comunal. Se trata de una imagen singular que testimonia las emotivas lágrimas de cocodrilo de Iglesias frente al paternal abrazo del veterano Anguita. Aquel del califato purpura de discurso áspero pero sincero en búsqueda permanente de combatientes. 

Advierto, no obstante, que con lo del cocodrilo no estoy manifestando maldad alguna sino que me refiero a la secreción hidratante del ojo que todo aligator practica habitualmente cuando mantiene su cuello por encima del agua.

Las maravillas del nuevo relato

Aclarado lo del cocodrilo plañidero resulta curioso sondear la cantada novedad del neorelato político en el caso del abrazo Anguita–Iglesias difundido como icono gráfico que balancea entre el retablo del reencuentro feliz del padre con el hijo pródigo y el reality bélico del padre que abraza al hijo en el puerto antes de partir a la guerra. 

El relato acortado a 140 caracteres difundido por twitter apenas supera la gramática del aspersor autopropulsado regando de adjetivos a diestro y a siniestro el césped virtual del vecindario parroquial. Más interesante resulta la lectura de artículos mediáticos donde poder apreciar mejor las maravillas prometidas de la nueva literatura emocional.

Pues bien, días atrás leí un interesante artículo de Ramón Reig catedrático de Estructura de la Información de la Universidad de Sevilla, nutrido escritor de libros y visitante invitado de un buen cartel de universidades latinoamericanas, además de experimentado periodista. 

El paradigmático caso de las lágrimas de Iglesias

Confieso que accedí al artículo por la seducción del título; “Las lágrimas de Iglesias”, que prometía ojo clínico y capacidad sintética. Y ciertamente su primera lectura me impactó por la sutileza y bondad del relato construido con un leguaje equilibrado que me llamó la atención hasta el punto de no saber si era el relato el que me abducia o era mi deseo de encontrar la nueva semántica podemita de la palabra–sentimiento lo que me generaba sensaciones.

Rápidamente busqué otros textos del autor intentando revivir el éxtasis literario, pero las musas ya se habían ido… ¿que pasó?

Mi sensación quizás provenía de la estuctura buenista del discurso que inicia su texto en términos de bondad y de apoyo a los jóvenes críticos en un marco de necesario relevo generacional. Protagonistas juveniles meritorios por esfuerzo y competencia drásticamente alejados de la juventud parasitaria, incompetente, indolente y picaresca que nunca asume sus responsabilidades.

El relato pictórico del buenismo de acuarela acaramelada

Reig describe todo un coloreado retablo medieval de ángeles y demonios que guardan (los buenos) y acechan (los pícaros) la España contemporánea. Pero Reig no pinta el retablo ni al óleo, ni con colores sintéticos, sino con acuarelas acarameladas de quien ejerce el púlpito universitario como veterano profesor; sin pedir “carnétes, ni ideologías”.

Sin embargo el catedrático de estructura de la información distingue hoy al pastor de las ovejas en plena era del plasma por la ilustrada idea albertiana de “El pastor en la calle”. Una idea de Rafael Alberti de 1931quizás iluminada a sombra de candil de la época. Candil redivivo que le permite al catedrático sevillano alumbrar la ilusión juvenil como un valor emergente capaz de mover a un pueblo elegido que claramente“se ha tirado a la bartola”.

Las trompetas apocalípticas de la ilusión truenan contra el sesteo a la bartola 

Así en el texto de meritoria liturgia de quien se confiesa asimismo haber vivido y estudiado bastante dice: “A Pablo Iglesias, Teresa Rodríguez, Alberto Garzón y los suyos (incluso a Albert Rivera e Inés Arrimadas), les tengo las lógicas reservas racionales propias de quien ha vivido y estudiado bastante (poco para todo lo que ignoro), y las reservas psicológicas del que no se resigna a que el tiempo haya pasado por su cuerpo pero celebro que estén ahí, aguantando, sobre todo Iglesias que, aunque se defiende como gato panza arriba primero en televisión y luego en la realidad inmisericorde de la alta política, tendrá sus momentos de soledad y de desaliento que tal vez sean los que causaron ese llanto incontenible al comprobar que Julio Anguita estaba allí para decirle algo así como: mi partido, IU, se ha tirado a la bartola, de manera que Garzón y tú debéis asumir el relevo “¡ahora o nunca!” y devolver la ilusión a la gente porque un pueblo sin ilusión está muerto antes de la batalla que le espera.”

Es un relato romántico digno de los mejores cantares medievales de gesta donde Iglesias investido de héroe épico recibe el abrazo del Califa de Córdoba, en Córdoba, antes de partir a su gesta.

Los intelectuales y el ictus de Copérnico 

Finalizado el preformance emocional de la unión Podemos–IU el catedrático de Estructura de la información de la U. Sevilla se pregunta seguidamente ¿dónde están los intelectuales? La pregunta es ciertamente sorprendente por cuanto una gesta emocional no requiere de mucho intelecto. Un artefacto –el intelectual–, que además no cabe por twitter.

No obstante el catedrático sevillano insiste en la idea de que el mundo está para re-interpretarlo a partir de posiciones científicas, no emocionales. Sin ser consciente de ello, o siéndolo, el catedrático de estructura de la información reconoce en contra de la nueva ortodoxia podemita que el mundo, ni su re-interpretación son asuntos twitteables; lo que supone un duro golpe contra las tesis del nuevo relato. El giro es tan copernicano que incluso el mismo Copérnico perdería el equilibrio.

El relato de la ortodoxia Highlander

Salvado el ictus observaremos que los intelectuales que busca el catedrático los encuentra, él mismo, casi todos alrededor del pesebre socialista diversificados en el clan de la ceja y apegados al Grupo Prisa. El resto dice que están zombis  desperdigados por las cunetas. Aunque los intelectuales de Universidad son prácticamente amas de casa dedicados a sus labores más peregrinas.

Tras esta excursión por el campo de operaciones el catedrático de estructura de la información regresa al retablo y pinta ahora un Anguita estóico e inamovible –casi marmóreo–, frente a un Pablo Iglesias en permanente vía crucis de misericordia transitando por un ambiente podrido que el juvenil héroe pretende cambiar por “aire joven y fresco”. Y todo sin reparar en la posibilidad de que la transversalidad comunitaria de Podemos pueda estar seriamente afectada en lo ideológico por el síndrome de “Highlander”.

Pero la ciencia del catedrático sevillano se limita a identificar la vida como un proceso de pérdida de energía, razón por la que en buena lógica aboga por el  coaching personal para decirle a la nueva parroquia cual ha de ser la táctica   de la formación morada en la cancha de juego; “los jugadores y guerrilleros veteranos han de situarse, por lo general, en el campo y en el terreno de batalla, en el puesto más adecuado, en la retaguardia … al tiempo que cierta juventud debe dejar a un lado esa prepotencia y esa especie de ortodoxia de la ignorancia de la que hace gala.”

El coaching para dar trigo y el tribuno sevillano del Rey Arturo

Y como veterano jugador experimentado advierte a sus pupilos a coro con el también veterano califa: “la democracia sólo es una fachada de dominio pensada para que ganen siempre los mismos.” Y para ganar la versión española del Juego de Tronos, Reig les pide encarecidamente que los nuevos héroes épicos abandonen los tintes misioneros y las peluquerías de la muchedumbre; “porque ya no se trata de predicar, sino de dar trigo.”

Finalmente el catedrático concluye su discurso emocional abriendo las puertas del castillo comunero para lanzar a los nuevos héroes épicos a lo que dice ser “una guerra larvada contra un neototalitarismo vestido de terciopelo.” Todo un transformer de peluche que esconde el peligro con terciopelo.

Y justo en la puerta del castillo, nuestro sevillano tribuno del Rey Arturo despide al desdichado Lancelot de la coleta advirtiéndole sobre sus lágrimas; “no se trata de emocionarse inútilmente y verter unas lágrimas que al final sean sólo un recuerdo que hunda más a muchos ciudadanos en el pozo del desvalimiento.”

Queda claro que algo serio pasa en nuestra nueva izquierda comunal.

@160519 Paco Muñoz

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