La Calle de Córdoba XXI

viernes, 20 de mayo de 2016

La democracia de colorines y la política Margaret Astor. La Champion del 26J

La salida transitada de la dictadura senil del general Franco tuvo un momento de esperanza con la pragmática felipista que si bien no resolvía la ingente cantidad de perniciosas herencias latentes en la sociedad española, si corresponde reconocer que, cuanto menos, creó y mantuvo una burbuja de cierta racionalidad liberal-acomodaticia. Burbuja que, se enrareció primero con las corruptelas de la cultura del pelotazo para colapsar luego estrepitosamente con Zapatero en la gestión de la crisis de 2008.

El tándem Aznar y Rajoy conforman el viaje de vuelta a la tradición antropológica del hispanismo feudal re–actualizado por la Constitución del 78. La Ley de leyes que los conservadores del sobre azul embalsaman de florero de culto guardado y protegido por una justicia de abolengo soberanista y servilismo instrumental.

Uno de los mayores logros de Franco todavía vigente plenamente en la cultura española es que todo presente carece, en general, de acontecimientos pasados por lo que la historia sigue siendo un libro cerrado; un secreto que ni los políticos, ni sus votantes apenas quieren inmiscuirse. Como mucho los dramáticamente afectados tan solo quieren desenterrar para volver a enterrar. Nadie quiere recordar, pues, el fascismo visceral del pensamiento político de Gonzalo Fernández de la Mora. De esta forma el régimen del 78 ha revestido la democracia española con los modelos de Ágata Ruiz de la Prada y los políticos se maquillan en camerinos con los colores baratos de Margaret Astor. Finalmente la Copa Champion de la Democracia Epañola se jugará el 26J entre los equipos del sobre azul y los del club de los moraitos de la Complutense.

          Ideas fuerza que desarrolla este artículo:

  1º.- Corrupción coyuntural frente a corrupción doctrinal
  2º.- Grieta en el Parque Jurásico de la Complutense
  3º.- Las criaturas de Laclaud, Mouffe y Boaventura de Sousa
  4º.- Las sombras del inteligentismo performace morado
  5º.- La revolución de la articulación discursiva
  6º.- El desafortunado relato twitter del desahucio
  7º.- La explosiva insolvencia del proyecto morado
  8º.- El placentero sofá de El Presidente y el Guinness de Iglesias
  9º.- El ejemplo exitoso del 15M y la confrontación Margaret Astor
10º.- El cambio difuso de las muchedumbres transversales
11º.- El plagio de los doctores pícaros
12º.- El final de copa entre los del sobre azul y los emoticonos morados
13º.- La erótica de los machos alfa y el retorno de los ancestros

En el siglo XX pasamos del franquismo senil al pragmatismo juvenil socialista para luego volver a la caverna de partida. En el transito del 78 las derechas configuraron como garantía de estabilidad y protección del status quo transitante una justicia convertida en monasterio de culto a los poderes fácticos del santoral franquista de curas y mandarines que entonces se auto–transitaba.

Sin embargo la manifiesta saturación de oficios del convento justiciero, así como la creciente incompetencia de los monjes togados del régimen del 78, transforman al monasterio del románico en un ilustre gallinero del caos arbitrario. Incluso su actual arzobispo supremo llegó recientemente a calificar la Ley Criminal española de estar pensada para el robagallinas en reconocimiento a su inoperancia manifiesta contra la metástasis de la corrupción que ha propiciado el fracaso de la involución austericida del marianismo de la envidia igualitaria..

Corrupción coyuntural frente a corrupción doctrinal

Sin embargo, no resulta dificultoso distinguir la corrupción coyuntural del pragmatismo felipista de la corrupción doctrinal de la derecha cavernícola de la envidia igualitaria de Fernández de la Mora, Aznar y Mariano Rajoy. No es lo mismo el oportunismo del pragmático corrupto que el doctrinario de élite privilegiada que motiva al corrupto sistémico de la derecha mariana.

Una derecha extrema que parasitando ideológica y sistemáticamente todas las instituciones del Estado –mediante privatizaciones y adjudicaciones a sus redes clientelares–, ha hecho de la democracia española el campo de tiro de un austericidio salvaje donde resurge la misma irracionalidad del viejo régimen pre–constitucional reduciendo a cenizas todo vestigio del pragmatismo liberal del felipismo acomodaticio. La transición del 78 retorna con Rajoy a la tumba rediviva del embalsamado dictador.

Grieta en el Parque Jurásico de la Complutense

No obstante, la equivocación de Rajoy fue suponer que la ciudadanía española seguía viviendo todavía en las enseñanzas de sumisión de la dictadura y que el pueblo mandobediente de España, integrado ahora en la Unión Europea, comprendería sin rechistar la cantinela de la Comisión Europea de que no hay alternativa al austericidio.

Curiosamente, el torpe e insensible gobernante del plasma que sistemáticamente despreciaba los estragos de su austericidio despótico, no reparó en ningún momento que en la gran tormenta que arreciaba sobre la península alguien debió dejar abierta la puerta del Parque Jurásico de la muy incrustada –en el sofá público–, Universidad Española.

Claramente alguien debió dejar abiertos los frigoríficos de los laboratorios experimentales de la Complutense y de ahí salieron revoloteando sus monstruos denostados por los informes PISA levantando acampadas en plazas y calles y practicando enseñanzas de Ernesto Laclaud, Chantal Mouffe y Boaventura de Sousa Santos, entre otros.

Las criaturas de Laclaud, Mouffe y Boaventura de Sousa

Como todos conocen, Ernesto Laclaud es un politologo postmarxista argentino casado con la también politóloga belga Chantal Mouffe, siendo Sousa Santos el prestigioso sociólogo portugués de movimientos sociales –e impulsor del Foro social Mundialde Porto Alegre–, que acuño la famosa frase–relato de “desaprender para aprender”.

Todos ellos son padres inspiradores del nuevo populismo juvenil creado por el laboratorio de politologia experimental de la Universidad Complutense. Los mismos que en aras a un nuevo relato político han impedido con buen criterio la formación de un gobierno patentemente inestable. Los mismos que han procurado con su bloqueo sumado al del PP, la segunda vuelta electoral del próximo 26J.

El éxito de la formación morada es ya, sin duda, histórico, incuestionable y espectacular. Todo un “cisne negro” en la historia política del hispanismo peninsular. De momento han logrado frenar en seco la irracionalidad de la ultraderecha franquista del Marianismo popular y puesto contra sus propias cuerdas a los socialdemócratas de la impostura pragmática. Son hitos valiosos –inéditos y sorprendentes–, en el flujo histórico de una nación en permanente naufragio ideológico, ético y moral.

Las sombras del inteligentismo performace morado

La amenaza resurge, no obstante, en el horizonte cuando los hechos muestran que los infantes apenas tienen conciencia de sus gestas porque, en todo momento dan la imagen de que confunden con toda probabilidad mapa con territorio; esencia con accidente; luces con sombras; conocimiento con humildad.

Muchos perciben que los podemitas apenas saben lo que desconocen cuando en calles, plazas, radios y televisiones, predican lo que claramente no saben y definen la nueva política como la dimensión del conflicto que por sí mismo crea lo social. Su misión se justifica en el intento de domesticar la conflictividad inherente a la existencia humana de una manera concreta. Ergo; la manera que ellos estiman.

Entre sus logros doctrinales el inteligentismo performance morado de Podemos parte de la idea  de que la sociedad sin conflicto es una utopía imposible; porque politizar no es otra cosa que convertir una diferencia en la sede de un conflicto. No obstante dejan una salida de incendios a su concretismo político cuando afirman que cabe dejar una ventana abierta a otras formas de configurar la vida social.

La revolución de la articulación discursiva


¿Existe un desahucio sin culpable? Normalmente el Derecho descarga siempre la culpabilidad del relato de deudas justo sobre las espaldas del deudor que impaga. En algunos casos excepcionales se traslada al acreedor por algún motivo de estafa o abuso. Fuera del derecho la culpabilidad escapa ya del marco racional, se convierte en una liturgia de emociones y el relato entra en la volatilidad de lo difuso. El problema se agrava si el Derecho no es transversal por consenso –es decir; racional–, sino vertical por imposición soberana, que es tanto como decir; arbitrario e irracional.

Pero... ¿Acaso no están diciendo aquí los politólogos de la Complutense que la política puede establecer el conflicto del desahucio sobre una articulación discursiva de base irracional? ¿Acaso debe ser la muchedumbre quien asuma la responsabilidad de señalar el culpable? ¿de que dolor hablamos; del acreedor–ahorrador, o del deudor–irresponsable?

El desafortunado relato twitter del desahucio

El ejemplo del desahucio es tan desafortunado como irresponsable por cuanto el operador principal de esa injusticia no se encuentra en la balanza de los sentimientos transmisibles por twitter,  sino en la manifiesta irracionalidad de la doctrina jurídica que oficia la liturgia de la deuda con el rito del sacrificio del deudor en el altar dorado del acreedor.

Ningún ajuste de cuentas resuelve un problema del derecho irracional y arbitrario postrado siempre al servicio del capital. El desahucio del desprotegido es un problema que no es causa, sino consecuencia del complejo marco jurídico y económico en el que vive la sociedad actual. No es, pues, real que pueda abordarse la gangrena jurídica y financiera de los desahucios como un problema de articulación discursiva más o menos correcta. Algo más deberían aportar los curriculados politólogos de la Complutense para superar esta prueba.

Cierto que la historia de los desahucios puede deparar relatos conmovedores –incluso desgarradores–, con una potente fuerza motivadora contra la crueldad que muestran. Fuerza que en su intensidad humana desborda consecuentemente cualquier argumento jurídico y económico. Sin embargo mientas que con la emoción se pontifican identidades justiciables, sólo la razón puede construir sociedades de consensos armónicos.

La explosiva insolvencia del proyecto morado

Se trata del rumbo de progreso que siempre marca la brújula de la historia humana señalando la dirección de la necesaria articulación armónica entre emoción y razón; nunca en la dirección contraria del imperio exclusivo de las emociones. Una prioridad perniciosa que es la misma en la que ahora se desenvuelve Venezuela, y la misma que con ayuda de la guillotina fraternal de la Revolución Francesa alumbró en su día al monstruo contrarrevolucionario de Napoleón Bonaparte, además del ogro franquista y el furibundo Pinochet, entre muchos otros.

Convertir pues las diferencias en sedes de conflictos es una idea tan rancia y paleontológica que sorprende que haya salido de la caverna universitaria española como idea nuclear de la nueva transversalidad comunal.

Alimentar ahora el fuego de la discordia, la indiferencia, el desprecio y la culpabilidad contra un PSOE averiado y empantanado es sus propios pecados, metiéndolos además en el saco indiscriminado del “ellos” enemigo, no solo son errores de bulto sino que denotan la explosiva insolvencia del proyecto morado.

El placentero sofá de El Presidente y el Guinness de Iglesias

En ese territorio de confrontación resulta sospechosamente anómalo que la intelligentsia morada no arroje la más mínima sombra de crítica ideológica o doctrinal sobre el voto democrático que arropa a la mayoría de extrema derecha pre–diluviana que lidera el marianismo visceral de la escuela autoritaria franquista de Fernández de la Mora.

Resulta, pues, revelador que la cúpula del PP no solo no muestra el más mínimo signo de preocupación seria frente a la supuesta amenaza morada, sino que no puede por más que reírse con disimulo de la nueva alternativa de amanuenses desquiciados vástagos del rojerío zombi. No cabe interpretar de otra forma la placentera interinidad de un Rajoy que espera con risa tonta en el sofá presidencial a que se asiente el alboroto de la mucha y variopinta muchedumbre no suficientemente amoratada por su austericidio.

Manchar de cal viva al pragmatismo felipista, sin ni siquiera “rozar” una pizca de crítica al pensamiento neofascista de la envidia igualitaria de Mariano Rajoy, no solo es de nota Guinness en el capítulo de errores políticos gigantescos, sino que revela la profunda falta de solidez mental de la nueva izquierda transversalista y muchedumbrista que quiere abordar ya el gobierno de España con unas alforjas solo cargadas de emotivas causas y débiles entendimientos.

El ejemplo exitoso del 15M y la confrontación Margaret Astor

Sin duda el 15M fue todo un ejemplo positivo de democracia deliberativa y reivindicación ciudadana. La juventud española abanderó una labor vigorosa y entusiasta en este sentido. Pero Podemos lejos de articular este estilo de participación deliberativa tan solo ha secuestrado la imagen de entusiasmo para articular el mismo carro de combate electoral que usan las otras fuerzas políticas que disputan los sillones de nómina pública. Un carro que está llenando de "cuneros" distribuidos ad hoc por el macho alfa de la pirámide popular.

El conflicto no es, pues, la solución política que permite la adecuada articulación discursiva, sino el salvoconducto de guerra para los que combaten por el poder de las poltronas que administran el Estado. Se trata de una confrontación photoshop; con banderas de Margaret Astor y colorido de Ágatha Ruiz de la Prada, pero sin cambios efectivos profundos a la vista.

El cambio difuso de las muchedumbres transversales

A nadie se le escapa que no es posible definir cambio mediante una cosmética difusa. Que es volátil el cambio retórico predicado con ausencia deliberada de discurso concreto de vida digna sostenible. Que es miope todo cambio carente de los más mínimos señalamientos utópicos de consensos armónicos. Que es asimismo falso apuntar un cambio político carente de proyectos de felicidad con justicia.

Sorprende pues la articulación de un discurso emotivo alejado radicalmente de argumentos que no solo estén ligados a la serenidad y a la reflexión; sino que también estén sopesados, contrastados y objetivamente valorados. Máxime cuando la historia de la humanidad muestra con tozudez de burro que el puro sentimiento conduce inexorablemente a la injusticia; y son numerosos los casos donde la historia nos muestra reiteradamente cómo los gobiernos totalitarios siempre han manejado muy bien la emotividad ciega de las muchedumbres transversales.

Lo que finalmente sorprende de los politólogos de la Complutense es que a estas alturas del relato todo el mundo sabe que la credibilidad es el valor supremo de las relaciones económicas; y que también lo es de la política y de la sociedad. Nadie ignora que la credibilidad entre los distintos es el fundamento del consenso; y que el consenso no es otra cosa que la norma de integración de los diferentes en un proyecto común. Consecuentemente la "transversalidad de las confluencias" es un concepto espurio especialmente fabricado para una muchedumbre poco reflexiva –y acrítica–, presa fácil de embaucadores de mercadillo.

El plagio de los doctores pícaros

Asimismo todo el mundo conoce también que el conflicto es la fuente de la exclusión articulada con la lógica de la integración sumisa y el escalafón de la línea de mando de una sociedad de mandobedientes. Una sociedad piramidal dominada siempre por una cúpula de machos alfa que administra la pirámide mediante círculos clientelares abastecidos por la muchedumbre proveedora de todos los servicios que necesita la estructura. El dinero y la deuda definen en esa estructura de mandobedientes los instrumentos fundamentales de la liturgia del poder en una sociedad de derechohabientes en permanente conflicto.

Pero la novedad de la política morada concebida como un escenario de conflicto es todo un plagio de doctores pícaros que revisten bajo un falso relato libertador la propia cultura ancestral de los zombis azulados del franquismo guerracivilista del sobre cerrado. Esto es una realidad que no debe confundirse con la promulgación de las verdades del barquero en la confrontación de ideas políticas. Sin embargo sorprende mucho que las muy emotivas bombas retóricas de Teresa Rodriguez en Andalucía se se lancen con dolor al vecino –por muy perdido que esté, que si que lo está–, y con mayor inquina que al verdugo austericida que machaca al barrio entero.

El final de la copa entre los del sobre azul y los emoticonos morados

La más clamorosa prueba objetiva de esta hermandad de paralelismos entre los del sobre azul y los de la emoción morada en confrontación de viejos zombis y jóvenes pícaros lo constituye la prohibición de esteladas en la final de la Copa del Rey promulgada por la delegada del Gobierno en Madrid Concepción Dancausa, y felizmente desacreditada por un juez de Madrid

Sin embargo se trata de una prohibición que, sin duda, dará oxígeno en abundancia tanto a la ultraderecha marianista nacionalista, como a los revolucionarios independentistas de Carles Puigdemont. Nada mejor que la confrontación futbolera entre los del sobre y los de los emoticonos para articular el éxtasis de la emotividad en estado puro; la catarsis de la irracionalidad de “los nuestros” contra “los ellos” en busca del sometimiento orgásmico del perdedor. El partido promete ser una auténtica catarsis de emociones ahora dirigida por "el puto amo" de la Moncloa.

La erótica de los machos alfa y el retorno de los ancestros


Es la erótica visceral del macho alfa antropológico –transversal; diestro o siniestro; mariano o podemita–, que se ha liberado de las oscuridades del precariado jurásico de la Universidad Española para enfrentarse en éxtasis emocional a su creador; el viejo macho alfa biónico de la envidia igualitaria; el Gran Mariano.

Podemos es el cuerpo biónico de una nueva "izquierda orgánica" con cerebro redivivo del ancestro comunista de trinchera español y cuerpo juvenil transplantado del 15M. Es por ello que en el autobús de hinchas de los moraitos encontramos ahora al ancestro del sorpasso, amigo entrañable del cavernícola Aznar; el Califa rojo de Córdoba batiendo la pancarta de;  ¡Ahora o nunca! 

El problema de la confrontación identitaria es que polariza la sociedad y genera narrativas de enfrentamiento en constante retroalimentación. La polarización se logra obligando al votante a tomar partido reduciendo el espacio político mediante la desacreditación extrema del PSOE. Es la ancestral confrontación emotiva entre creyentes y moderados que siempre son tildados de hipócritas y traidores impostores de la causa. Un proyecto que también comparte el Partido Popular desde el otro extremo del campo.
@160520 Paco Muñoz

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