Mientras
en España nos entretenemos con la pelea soberana del catalanismo, Macron
declara en Francia el fin del soberanismo popular sumiendo a los independentistas
catalanes en la mayor paradoja de toda su historia.
Los herederos
de la revolución francesa pasan página y abandonan el gorro frigio en el
armario del Louvre, y el eje franco–alemán se mueve para crear una nueva Europa
donde Macron se perfila ya como el nuevo Napoleón del Imperio Europeo
anunciando una profunda reestructuración del Estado Francés.
Dicen
los historiadores que Napoleón con su Código Civil francés de 1804 –también
llamado código napoleónico–, consolidó
jurídicamente el espíritu “revolucionario” de la burguesía regulando
convenientemente el derecho a la propiedad privada en su famoso, y ambiguo,
artículo 544.
El nuevo Código
Laboral
Siguiendo
esta estela Macron acaba de consolidar un nuevo Código Laboral adaptado a los
tiempos de la economía financiera global. Así su reforma para impulsar la
economía de Francia se centra en la flexibilidad del mercado especulativo
abandonando las viejas rigideces de la seguridad laboral, la fijación en los
derechos de propiedad y la sacralidad de los contratos.
Así
donde Napoleón veía territorios y propiedades, Macron ve ahora empresas y
negocios, y esta reforma del Código Laboral pretende liberar de cargas inútiles
a las empresas y dotarlas de flexibilidad para mejor alcance de sus fines. De
esta forma define Macron cual es el nuevo “ciudadano” francés; la empresa.
El negocio de África
El
nuevo Napoleón de la Francia del siglo XXI acaba de sepultar lo que queda de la
burguesía del siglo XVIII ante los ojos de una clase media burguesa descarriada
y saturada de tanta información inútil, que ni siquiera percibe los
acontecimientos más sólidos que se representan abiertamente ante sus ojos. Es
la nueva ceguera de la ignorancia estructural.
En
su discurso del pasado 29 de agosto en la conferencia de París ante los
embajadores de Francia, Macron unía seguridad con desarrollo y marcaba África
como «un continente con porvenir» señalando
a los diplomáticos franceses que «nuestras
empresas, nuestros estudiantes, nuestros investigadores, nuestros artistas deben
interesarse en él.»
Señalamiento
que moviliza también la política exterior europea toda vez que dijo claramente
en su discurso; «La estrategia que quiero
poner en marcha consiste en crear un eje integrado entre África, el
Mediterráneo y Europa. Eje en el que los Países del Magreb son obviamente
nuestros socios privilegiados…»
Las rutas de la necesidad y los caminos de la
libertad
La «liberté» es un invento francés que
Macron quiere exportar a África cambiando sutilmente las rutas de la necesidad
«África–Europa» en caminos de libertad «Europa–África.»
Macron
perfila así la visión del nuevo colonialismo Napoleónico. Una visión que no
tiene desperdicio cuando dice que «estas
rutas de la necesidad deben convertirse en caminos de la libertad, que unan Europa,
el Mediterráneo y África. Pues es en África que se juega y mucho el futuro del
mundo. Francia ya no podría ser este país postcolonial vacilante entre un
magisterio político debilitado y un arrepentimiento malsano: los países de
África serán nuestros grandes socios. Y debemos seguir aprendiendo de ellos,
como ellos pueden aprender de nosotros. Para alimentar este intercambio, pondré
en marcha, en las próximas semanas, un Consejo Presidencial para África, que
será una estructura inédita, con la mirada puesta en las expectativas de
nuestras juventudes.»
Las tres palancas “D” de Macron
No
está claro que los alumnos africanos quieran el pupitre francés, pero no es
cosa que le inquiete al maestro Macron, y así se lo hace saber a su profesorado
con la lección de las tres “D”; « Este Consejo –dice Macron–, transformará la gobernanza de la política
africana agrupando en torno a mí a un grupo de personalidades comprometidas y
provenientes de la sociedad civil. África lo ilustra perfectamente: una
política exterior, deseosa de restablecer la seguridad, debe activar tres
grandes palancas, casi de manera concomitante; estas palancas son lo que llamo
hasta cierto punto las tres D, Defensa, Desarrollo y Diplomacia.» Tres
“D” que según Macron van a contar con el 0.55% del ingreso nacional «a partir de ahora y hasta 2022.»
Independencia y soberanía abierta al mundo
Pero
desde la perspectiva española el discurso de Macron es especialmente revelador;
«Se dan cuenta ustedes bien –pregunta
Macron a su audiencia–, la independencia, de la que aquí se habla, no
es la de los soberanistas que se refugian detrás de las fronteras que ellos
esperan herméticas; la independencia es la que permite hacer que la voz de
Francia sea escuchada, que haga valer sus intereses en la escena internacional,
la que permite influir en el curso del mundo en lugar de ser su rehén.»
No es
la soberanía lo que fundamenta el pensamiento político de Macron, sino su
curioso concepto de independencia como “soberanía
abierta al mundo.” «La independencia,
por fin –afirma Macron–, que permite
no ser el esclavo de las hiperpotencias, sino su interlocutor. Por ello el
multilateralismo es, en mi opinión, uno de los instrumentos de nuestra
independencia. Esta independencia es una soberanía abierta al mundo, y esta
soberanía exige, sin embargo, que se enarbole colectivamente cuando los retos
exceden el marco nacional.»
Desde
la perspectiva de la territorialidad la soberanía de la que habla aquí Macron
es incomprensible, sin embargo desde una perspectiva jurídica la independencia
se relaciona con la autonomía, y la soberanía se relaciona con el derecho
empresarial y mercantil. Consecuentemente una soberanía abierta al mundo se
relaciona con un derecho globalizado de traza, evidentemente, francesa. «Deseo que la tradición jurídica francesa, que varios de entre ustedes en esta sala llevan consigo –afirma
Macron bajo el mantra de la seguridad–,
pueda ser no sólo plenamente reconocida ─lo que ya sucede de manera muy amplia─
sino también que pueda influir en todos nuestros socios quienes, a veces, toman
otras vías o podrían extraviarse ante esta verdadera amenaza.»
Macron el seductor y su fuente de
atractividad
Pero
para Macron toda amenaza es también una oportunidad y que se gaste importantes sumas de dinero en maquillaje no es un asunto
baladí, ni tan siquiera puede enmarcarse dentro de la mentalidad gala de «la grandeur» que convierte a los
presidentes de la Republica Francesa en pomposos reyes sin corona y a galope equestre.
Nada de eso.
Lejos
de las patologías de Napoleón, Macron se define como un seductor, «no hay influencia sin poder de atracción» le
dice a los diplomáticos de Francia en su discurso de fin de agosto, y concreta;
«La primera fuente de atractividad es sin
duda alguna la economía.»
«En efecto –continua–, esta fuente de atractividad que es nuestra
economía, debemos seguir desarrollándola porque es un atributo de la potencia y
porque es una prioridad de la acción diplomática.» Para luego concretar muy
claramente la función de la política exterior; «Esta diplomacia comienza por un mayor esfuerzo para ayudar a
nuestras pymes a instalarse en los mercados de los países en donde representan
ustedes a Francia… Las estrategias industriales y financieras adoptadas por los
grandes fondos soberanos son también una realidad fuertemente inscrita en el
paisaje de esta diplomacia económica.»
Turismo y estudiantes
Macron
quiere 100 millones de turistas en Francia desde ya, lo que, sin duda, debe de
afectar a la estabilidad del sector en España. Pero además dentro de esa nueva
“diplomacia económica” Macron habla de “diplomacia estudiantil” y pone cono
objetivo aumentar considerablemente el número de estudiantes extranjeros en las
universidades francesas; «Lo que es bueno
para Francia, para los jóvenes y los estudiantes franceses, es bueno para su
atractividad internacional y esta es la etapa indispensable que el Gobierno
está asumiendo… Los países del espacio francófono deben enviar aún más
estudiantes a Francia, en particular en el nivel de maestría y doctorado como
sabe hacerlo por ejemplo América Latina.»
Seducir es conocer
El
seductor Macron sabe bien que la seducción no es solo apariencia, sino que
requiere de conocimiento; «Francia sólo
será atractiva si influye en las reglas que prevalecen a escala
internacional…», dice Macron a sus diplomáticos y especifica; «Hay múltiples cambios en el plano
económico, industrial, tecnológico, que van a impactar profundamente en
nuestras vidas, en nuestras capacidades para innovar, para producir, y que van
a impactar en la vida diaria la relación con lo secreto y las libertades
individuales…. Todos estos cambios traerán convulsiones profundas que afectarán
la bioética, las libertades individuales y nuestros derechos fundamentales.»
España sin atractivo
El
rumbo de Francia difiere considerablemente de la incolora, inodora e insípida
hoja de ruta que el partido del gobierno español apenas esboza para el futuro
de España. El problema es que tampoco se atisba gran entusiasmo seductor en la
oposición, con un país en permanente naufragio en las distopicas aguas que
continuamente emergen en España desde la injusticia de Granada hasta la
independencia de Cataluña, pasando por una corrupción sistémica considerable que repercute sobre
la ineficiencia estructural de las instituciones.
¡Empresa, Negocio y Trabajo!
Pero
el programa económico de Macron establece también tanto una reforma de la
política fiscal como una reestructuración del gasto público. De un lado limita
al 30% la tasa impositiva a los ingresos de capital, y elimina el impuesto a la
riqueza sobre activos que no sean inmobiliarios al objeto de incentivar el emprendimiento
y la innovación sobre las rentas inmobiliarias. Una forma útil de contrarrestar
la formación de las burbujas especulativas de los bienes raíces.
En
el frente del gasto público Macron no ha revelado todavía su color, aunque su
equipo parece que está focalizado en las reformas de los años 1990 realizadas
en Canadá y Suecia, lo que indica una política de gasto público de tipo Keynesiano
combinado con una importante reducción de la multiplicidad de estratos
administrativos de la burocracia francesa.
Está
claro que la visión de Macron no es territorial, sino económica, lo que tiene
sus consecuencias en el lastre de la soberanía representada en el resurgimiento
de los nacionalismos. Macron no solo ganó a Le Pen, sino que trata de reformar
los viejos fundamentos del espíritu burgués mediante un nuevo paradigma de
pensamiento político centrado en la eficiencia dinámica de la economía; “Empresa, Negocio y Trabajo.”
NOTA
El
discurso íntegro de Macron puede leerse en: http://www.diplomatie.gouv.fr/es/el-ministerio-y-su-red/semana-de-los-embajadores-2017/article/discurso-del-presidente-de-la-republica-semana-de-los-embajadores-29-08-17?xtor=RSS-1
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