La Calle de Córdoba XXI

viernes, 1 de julio de 2016

El pinchazo de Podemos y el triunfo del hambreador. Tres razones para el fracaso del 26J

Sorprende a estas alturas de la segunda vuelta electoral la incompetencia de los politólogos de la Complutense a la hora de evaluar el pinchazo de Podemos en claro contraste con la lluvia de tesis relacionadas con Laclaud, Mouffe y Boaventura de Soussa con la que esos mismo politólogos de la Complutense abrillantaban al perro del hambreador antes del 26J.


En la cresta de la ola el objetivo de la nueva política consistía en el cambio de las narrativas políticas al uso y así del “no nos representan” del 15M, los de Podemos construyeron la versión de “la casta” y elaboraron la narrativa del cambio de los “ellos–todos-indiferentemente-malos” por los “nuestros–todos-igualmente-buenos”.

En realidad trataban de reconstruir una vieja narrativa del victimismo social del 99% del pueblo explotado y oprimido por el 1% de sus élites. La narrativa de Podemos no inventa las injusticias patentes del sistema bien azotado por el austericidio, pero si describen el austericidio como un ataque sistémico a la mayoría “inocente” del 99% ejecutado por la minoría opuesta del 1% de las élites oligarcas; es decir, la casta.

Para mantener la pureza de la narración la transversalidad desideologizada de la nueva comunidad de “víctimas” compuesta por el 99% de la población es una condición sine qua non de la revolución de los doctorandos de la Complutense por cuanto la relación víctima (99%) – opresor (1%) no admite la desagregación de las víctimas ya que un victimario del 30% contra un opresor del 1% deja en el limbo de la comunidad austerizada al 69% de la población.

Queda claro que con esta narrativa lo que se pretende es la construcción de una comunidad que con la transversalidad desideologizada agregue nuevos miembros, pero si esos nuevos miembros son de una feligresía antigua (IU), la nueva comunidad rompe la transversalidad polarizando el victimario en una clara dirección que reduce –si no destruye–, el canon de desideologización transversal. Sin embargo es esta misma "confluencia" la que muestra que no es la comunidad de víctimas del austericidio la que genera la nueva narrativa, sino que son las élites de esta nueva comunidad  (los politólogos de la complutense) las que están en el propio corazón de la construcción comunitaria de Podemos ahora Unidos–Podemos.

Es decir que la nueva comunidad de Podemos es en sí mismo un producto, no  la productora de narrativas de victimismos austericidas; ni de superioridades morales. Es decir que el pueblo de Podemos queda encerrado por el think tank de sus líderes por la fórmula clásica del pastoreo tradicional. Para ver esto es necesario entender que las élites producen siempre narrativas bipolares que por un lado se dirigen hacia el interior de la “parroquia” señalando y apuntalando el liderazgo de la misma. y por otro se dirigen al exterior de la comunidad en lucha pan–comunitaria por el poder, influencias y privilegios.

El primer problema de la narrativa de podemos es de naturaleza identitaria y lo encontramos en el propio relato podemita por cuanto si “nosotros” somos el 99% ¿qué son entonces aquellas víctimas del austericidio que no sean “nosotros”? Esta es la reflexión que genera una situación de conflicto permanente con la comunidad socialista, y la razón por la que la élite de Podemos produce una narrativa hostil (cal viva) contra el PSOE que legitime su liderazgo y competición por los recursos simbólicos y materiales de la izquierda española.

El segundo problema se encuentra en la propia incongruencia del relato por cuanto una narrativa victimista no determina, en ningún caso, un juicio honesto y cabal sobre una injusticia; y el mayor exponente de esta grave incongruencia es el propio catálogo IKEA de victimismo glamouroso para la clase VIP del victimario. Solo basta imaginarse la burbuja de emociones  que puede invadir a un ciudadano de las 3.000 viviendas de Sevilla ojeando el catálogo de Podemos y viendo al general pacifista ex–jefe del estado Mayor Julio Rodríguez limpiando la sartén.

El tercer problema lo encontramos en el libre mercado de las injusticias y en la comercialización que la élite de Podemos hace de ellas en el mercado político por cuanto si bien las injusticias del austericidio son reales, las narrativas victimistas no son más que explotaciones de esas injusticias para la competición de esas élites. Ninguna víctima del austericidio pensaría en un brillante catalogo de IKEA para transmitir la injusticia de su situación. Nunca ha quedado tan patente que las narrativas del victimismo no son las de las víctimas, sino las de las élites que buscan la seducción y control de una comunidad explotando sus injusticias.

En realidad la nueva narrativa de Podemos se ha convertido en una escuela de identidad parroquial, discriminación, separación y falta de sensibilidad que hace posible que nadie mire los resultados de las elecciones del 26J como el triunfo de la izquierda en España con más de 10,5 millones de votos sobre los 7,9 del hambreador Rajoy. Con su actitud Podemos se consolida como una escuela de agresión y opresión que prefiere la investidura del hambreador lavándose su conciencia en la falsa creencia de que quienes están siendo oprimidos es siempre por culpa de “ellos”, no de “nosotros”. Y todo a pesar de que Podemos tiene ya el 21,1% del voto del Congreso. 

Sin duda Podemos no conforma ya una escuela para la justicia, la solidaridad, y la cooperación, bloqueando una mayoría del cambio y acaparando las tres razones del fracaso del 26J con el resultado de un parlamento radicalmente alejado del victimario del hambreador.

@160701 Paco Muñoz

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