
Este artículo desarrolla las siguientes ideas fuerza:
1º.- El genoma socialdemócrata de Pedro Sánchez
2º.- La reconversión de lo obsoleto a lo
inexistente
3º.- La construcción del Estado bipolar español
4º.- La muerte del bien común y el triunfo del
individuo neoliberal
5º.- De oligarca guerracivilista a ejecutivo
emprendedor
6º.- La transición a la
burbuja de las emociones
7º.- El ecosistema de los “piquitos de oro” y el hispanismo de los taxistas
8º.- La socialdemocracia
de “los sin pecado”
9º.- Las fanfarrias de los quincemayistas contra
el apocalipsis austericida
10º.- La dictadura de los “piquitos de oro” y la parroquia del tuerto
11º.- El mea
culpa de la destrucción de la colectividad social española
12º.- La conjura de los expertos necios
13º.- El problema del sujeto político de Podemos
14º.- La transversalidad truncada
15º.- Juego de ejes y juego de tronos; el
pragmatismo maquiavélico
16º.- Pablo Iglesias; el avatar de Felipe
González
El genoma socialdemócrata de Pedro Sánchez
Para
empezar, Sánchez hereda las secuelas de un pragmatismo liberal que ha vaciado
la economía española de toda conexión con la idea del Estado inclusivo de
Bienestar social. Los antiintelectuales nacionales
de la escuela de Chicago –ministeriados
por Carlos Solchaga–, convirtieron la política de las décadas de los 80 y 90 en
un esmerado ejercicio de gestión administrativa. Con el sabedor Solchaga la
economía se hizo entonces ciencia presupuestaria de lo público levantando la
admiración de las oligarquías del antiguo régimen franquista.
La reconversión de lo obsoleto a lo
inexistente
Revolución,
y reforma fueron entablilladas por la férula del Plan General Contable del
neoliberalismo económico como única vía posible de un consenso social
razonablemente edulcorado con unos servicios sociales de régimen paliativo
tricotados en punto de cruz entre la beneficencia franciscana y un moderado
buenismo secular caracterizado por una “solidaridad” minimalista de
supervivencia. La reconversión industrial pasó de lo obsoleto a lo inexistente
de un emprendimiento sin emprendedores. Una política que se mantuvo mediante el
cheque generoso de las prejubilaciones de lujo a cuenta de la caja sin fondo de
la Seguridad Social.
La construcción del Estado bipolar español
De
esta forma la oligarquía española que administra las cosas no solo empezó a tamborilear
por doquier su rentismo libertario –ajena a la agenda política del reformismo soft
socialista–, sino que empezó también a disponer del Estado para la protección
de sus intereses y actividades especulativas y financieras. Junto al ideario
neoliberal Felipe importó en los 90 el Estado bipolar de los años 70 auspiciado
por Reagan y Thatcher mediante la separación de dominios entre los propios del
libre mercado –rigurosamente excluidos de la competencia democrática–, y los correspondientes
a la sociedad reglada por el parlamentarismo del botón y los repartos
territoriales.
La muerte del bien común y el triunfo del
individuo neoliberal
Con
la condena al marxismo Felipe dinamitó toda posibilidad de construir en España
una comunidad gobernada por la moral y la ética del bien común gestando, en el
vientre hinchado de la burbuja inmobiliaria, la transmutación del españolito
mandobediente de la dictadura al individuo neoliberal de la economía
especulativa.
La
riqueza nunca fue en España la consecuencia de una sociedad racional y
organizada por cuanto del feudalismo de nobles y sirvientes se pasó al rentismo
colonial de conquistadores y tullidos de las guerras desembocando finalmente al
caciquismo guerracivilista de vencedores y vencidos de la España del siglo XX.
La
transición tampoco truncó esa anomalía histórica, sino que embalsamó en el
sagrario la Constitución de Cádiz y encumbró la gran acumulación de riqueza en
manos privadas a la consideración de un acaparamiento positivo; beneficioso para
la sociedad por su teórico efecto de catarata redistributiva.
Una
catarata jamás vista, pero que bajo el concepto de inversión y emprendimiento postulaba
que la riqueza oligárquica se redistribuiría finalmente a la sociedad en forma
de nuevas empresas y productos comerciales.
De oligarca guerracivilista a ejecutivo
emprendedor
De
esta forma la élite económica no tubo jamás problemas con los discursos de
igualdad, justicia y progresión fiscal del felipismo socialista ya que la
oligarquía española fue colocada en los altares del nuevo Estado bipolar español
como el gran motor de la economía y el empleo de la sociedad española. La varita
mágica del felipismo transmutó en un instante la vieja figura del caciquismo
agrario en el fashion club de los inversores empresariales y ejecutivos de
sastrería, cosmética mediática y look Botín (Conde sigue en la cárcel).
La transición a la
burbuja de las emociones
La
transición del pragmatismo felipista sacó a los españoles del franquismo para
meterlos directamente en la feria del consumismo. Así, despojados de identidad
política, madurez cultural y racionalidad objetiva transitamos alucinados en
AVE desde el Estado de represión hasta la burbuja de las emociones financiada
por banqueros y coloreada por los periodistas encumbrados a dioses del olímpo.
El ecosistema de los “piquitos de oro” y el hispanismo de los taxistas
Fue
entonces cuando el viejo antiintelectualismo del franquismo traspasó la
transición anegando todas las instituciones públicas y privadas con la cultura
del éxito repentino. Todas las plazas públicas, parlamentos, organizaciones
empresariales, instituciones financieras y medios de comunicación se repoblaron
de una infinidad de “piquitos de oro”;
intelectuales y expertos titulados por las muchas universidades provinciales –y
provincianas–, de la democracia española. El ruido de la pajarería sigue siendo
infernal. Ni siquiera el austericidio de Rajoy ha conseguido diezmar la plaga de
“teólogos de parroquia” adictos a las
tertulias de café con picatostes y jícara de chocolate convenientemente endulzado
con el cheque de la cotización del día.
Sólo
los taxistas permanecieron fieles al fetichismo del yugo y las flechas; los
restos del viejo movimiento nacional se empotraron bien en las redes de
seguridad del Estado y la banca, o bien crearon Ausbanc para el debido
mantenimiento de las tradiciones hispánicas.
La socialdemocracia
de “los sin pecado”
El
caso de Pablo Iglesias es distinto. Su socialdemocracia emerge sin pecado de
una trinidad globalizada entre el buenismo del papa Francisco, la cinematografía
de Evita Perón y el comunismo mandobediente del orgullo del sorpasso Julio
Anguíta.
Con
inspiración en Ingvar Kamprad, el creador de IKEA, Iglesias inventa el mueble
político transversal capitalizando la hostilidad creada por la indiferencia
neoliberal a la solidaridad sin presupuesto del felipismo evolucionado con
Zapatero y el posterior austericidio del registrador de la motosierra de Santa Pola.
Las fanfarrias de los quincemayistas contra
el apocalipsis austericida
Desde
las plazas públicas los quincemayistas recriminaron la falsa cantinela de la
catarata de inversiones volátiles de las elites oligárquicas de la transición transformadas
en auténticos vampiros de las cuentas del Estado. Por primera vez desde 1936
los plebeyos le tocaron las fanfarrias a los vampiros del Estado bipolar.
Y
esto acontece en mitad del holocausto de la clase media española expulsada de
sus sueños de bienestar, seguridad y progreso. Desde el mismo inicio de la
crisis, políticos, banqueros y periodistas “piquitos
de oro” tamborileaban cada hora el armagedón de una prima de riesgo con
obesidad mórbida que amenazaba el colapso total de un país de entelequias
asustadas por los mercados, los especuladores y los austericidas europeos.
Desde
el poder judicial los tribunos de la oligarquía nacional tronaban las trompetas
del apocalipsis liberal ajusticiando diariamente cientos de miles de contribuyentes
sentenciados a la ruina y el desahucio en el altar de la deuda a un poder
financiero rescatado con el dinero del pueblo.
La dictadura de los “piquitos de oro” y la parroquia del tuerto
Ante
la vista de todos el pueblo paga con sangre sudor y lágrimas los desmanes de
los oligarcas y las mentiras de los millares de “piquitos de oro” que todavía hoy continúan adulterando la realidad
en los medios de comunicación con su arrogante ignorancia. Consecuentemente el régimen del 78 naufragó en sus propios
vómitos.
Sin
embargo, lo verdaderamente relevante del naufragio es que del mismo no emerge
la solución democrática de la grave impostura hispánica. Ni siquiera hoy, en
vísperas de las segundas elecciones del 26J, el Español medio dispone de una
idea de conjunto de la sociedad común española. Cada “piquito de oro” canta las excelencias de su árbol, pero ninguno ve
el bosque. El tuerto funda parroquia sobre su particular intuición de que hay
un bosque pero tampoco lo ve porque lo distorsiona a su gusto. Razón por la que
el austericida de la motosierra sigue siendo el más votado ante la profunda
división de la autodenominada izquierda española.
El mea
culpa de la destrucción de la colectividad social española
A
estas alturas resulta paradójico que los “viejos” socialdemócratas del pragmatismo
felipista todavía no hayan entonado el mea
culpa del reconocimiento de que durante toda la transición han estado
defendiendo los logros de la reforma liberal de un conservadurismo alineado con
el estatus quo de las élites del
antiguo régimen del 36.
En
el 78 la exigencia de salir del sistema franquista se convirtió en el corazón y
el alma de la transición. Sin embargo esta transición sólo desplegó sus
arterias en la creación de grandes infraestructuras –financiadas mayoritariamente
por fondos europeos–, y en la generación de la sensación de “progreso” mediante
la creación de la burbuja inmobiliaria que desarrolló una economía básicamente
especulativa.
Los
logros materiales del consumismo masivo impedían también el desarrollo social
postergando sine die profundas
reformas tan necesarias como las de la justicia, la educación, los servicios
sociales, el sistema productivo, etc. etc. Reformas que todas ellas se
contentaron con la retórica del maquillaje parlamentario y el retoque de
photoshop bajo el mantra de la adaptación de la oferta educativa a las
cambiantes necesidades del mundo empresarial.
La conjura de los expertos necios
En
medio de infinidad de parques tecnológicos, innumerables generaciones de
políticas de I+D+i, planes de investigación, etc. el pragmatismo felipista
alentaba una cultura de postureo individualista con la búsqueda efectiva de
estatus sin meritocracia ni moral alguna que lo limitase. En la cultura del
pelotazo, la solidaridad social quedó como una bella ucronía del
fundamentalismo marxista. Lo colectivo del bien común quedó así fulminado por
el arrastre del fabuloso estilo de vida de los nuevos ricos de la burbuja.
Desde
entonces la imagen de una gente de talante pseudo aristocrático; lengua ágil; interconectada
en las redes públicas y privadas de poder y riqueza; capaces de manifestar una
preocupación por los oprimidos sin renunciar a ninguno de sus privilegios de
clase para atajar esa difícil situación de los excluidos, se ha ido marcando en
la retina de la ciudadanía hasta configurarse en el norte magnético del
populismo de izquierdas.
El problema del sujeto político de Podemos
Es
esta imagen la que identifica el territorio social de intereses comunes, y
define –orienta– el mapa del populismo reivindicativo en el conflicto frente a
las clases dominantes que salen indemnes del austericidio. Los excluidos y sus
afectos se miran por primera vez en España en el espejo de los incluidos
construyendo el sujeto político de Podemos.
Es
el nuevo pueblo del “nosotros” frente a los “ellos” fuera de toda
preponderancia de condiciones objetivas individuales. Un nuevo “pueblo”
unificado mediante un proceso de indignación que polariza el territorio social
con potentes gradientes de relatos ético–políticos.
Así
pues; frente a un bloque azul autoritario y segregador; de profundas raíces en
la historia de España emerge ahora una fuerza morada emancipadora que reclama
el valor prioritario de la igualdad y la democracia real.
La transversalidad truncada
Sin
embargo el principal problema de Podemos consiste precisamente en crear sobre
los quincemayistas una nueva élite política que de cauce a este fenómeno
popular eminentemente transversal. Transversalidad que ya se ha truncado con el
desembarco de Izquierda Unida y la reformulación del relato ético en una difusa
retórica de innovación política que mezcla el buenismo cristiano, el comunismo
redivivo de Anguita y Monereo, y la cuarta socialdemocracia de Iglesias;
admirador de Zapatero.
Juego de ejes y juego de tronos; el
pragmatismo maquiavélico
Sin
embargo las élites dirigentes de Podemos lejos de generar una idea sólida de
innovación política en el eje “los de abajo”/”los de arriba” –o, sobre el eje
democracia/oligarquía–, y aún más lejos todavía de desarrollar un nuevo estilo
de liderazgo político, exhiben abiertamente su maestría en un pragmatismo
maquiavélico de las relaciones de poder inspirado directamente en su bien
“regalada” serie televisiva “Juego de Tronos”.
Pablo Iglesias; el avatar de Felipe González
De
esta forma tan “plástica” Pablo Iglesias se convierte en el “avatar” de Felipe
Gonzalez anunciando un pragmatismo necesariamente maquiavélico y de carácter
absolutista–caudillista que enfrente efectivamente al pueblo de “los nuestros”
contra los oligarcas de “los ellos”. Del estado de indignación pasaremos una
vez más al autoritarismo mesiánico en dirección opuesta de la idea base de la
socialdemocracia; la construcción de la sociedad del bien común basada en la
integración de consenso racional; sin caudillos ni falsos intelectuales parroquianos
y sin “piquitos de oro” ni pajarerías
mediáticas.
©160617 Paco Muñoz
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