
En 1947 el miura se llamaba Islero, en 2019, su
fisionomía ha cambiado y se llama «el procés». Dos figuras contradictorias tensionan
la plaza. De un lado el estallido de ira protagonizado el pasado martes 26/02 por
Girauta en el Congreso (1) tensiona
las gradas, y de otro, en la arena del coso, la parsimoniosa coreografía
judicial descompone realidades en «bits» de percepciones que luego reorganizados
por las convicciones de los siete magistrados del Tribunal Supremo retornarán
al público bajo la forma de «hechos jurídicos» que señalarán la culpa y
ajusticiarán a los reos.