La inteligencia colectiva de la transición española
está en convulsión por una sentencia del Tribunal Supremo cuya principal virtud
–sino la única–, ha sido la de impulsar el revoloteo indiscriminado de todo
tipo de experto, analista, jurista y periodista; de élites y de masas populares
que con razones y devociones cacarean y vociferan patrias y banderas, derechos
y penas, con cierto desconcierto y perplejidad.
En el país de los milagros transitorios del siglo XX –importante
reservorio turístico de la Unión Europea–, el siglo XXI se perfila como el
periodo de la eclosión de todas las burbujas. El sueño de riqueza pinchó en la
crisis de 2008, luego emergió la corrupción política, y ahora el soberano Poder
Judicial se ve ampliamente cuestionado tanto en su neutralidad técnica, como en
su papel de mediador social.